Las reacciones alérgicas a alimentos fueron ya descritas en la antigüedad. Hipócrates, padre de la medicina, describió reacciones tras la ingesta de leche de vaca.
La alergia a alimentos es más frecuente en niños que en adultos y aún más en niños atópicos, es decir aquellos diagnosticados de alergias respiratorias y/o eczema atópico.
¿Qué tipos de reacciones a alimentos hay?
No todas las reacciones adversas que se producen tras la ingesta de alimentos son alérgicas. Estas reacciones adversas se clasifican en:
- Tóxicas: por ejemplo, las que se producen cuando los alimentos se hallan contaminados por las toxinas de las bacterias Salmonella o Shigella
- No tóxicas:
- Alérgicas: participa el sistema inmune.
- No alérgicas: no participa el sistema inmune. Son las más frecuentes. Son debidas a mecanismos enzimáticos (déficit de lactasa, fenilcetonuria…), farmacológicos (por la tiramina del queso que produce náuseas, vómitos y dolor de cabeza o la cafeína presente en el café).
Los alimentos que con más frecuencia producen reacciones alérgicas en España son diferentes en niños y en adultos. En niños los alimentos más frecuentes son huevo, leche y pescados, mientras que en adultos son frutos secos, pescados y mariscos.
Los alimentos están compuestos de proteínas, grasas y carbohidratos. Los principales alérgenos de los alimentos son las glicoproteínas, solubles en agua y que, en general, suelen ser resistentes al calor y a la acción del ácido y de las enzimas proteolíticas.
La alergia alimentaria es el resultado de la pérdida de tolerancia, que es multifactorial. La elevada frecuencia en niños se podría explicar por la inmadurez de su sistema inmunológico y de las funciones fisiológicas del tracto gastrointestinal.
Cuando el antígeno entra en contacto con los linfocitos de la mucosa intestinal se pone en marcha la producción de anticuerpos IgE específicos. Estos se unirán a los mastocitos y los basófilos, produciendo la liberación masiva de mediadores de la inflamación como la histamina, las prostaglandinas y los leucotrienos, que producirán vasodilatación, contracción del músculo liso y aumento de la permeabilidad de los vasos, que son los responsables de los síntomas de las reacciones de hipersensibilidad inmediata que veremos a continuación.
Reacciones Cutáneas. La piel es el órgano más frecuentemente afectado, en forma de urticaria aguda o angioedema (hinchazón). Puede producirse tras la ingestión del alimento o también por el contacto con el mismo. En los niños pequeños con dermatitis atópica, la reacción alérgica frente al alimento puede consistir en un brote de su dermatitis, en forma de eritema con vesículas y pápulas pruriginosas.
Otra manifestación cutánea es el llamado síndrome de alergia oral SAO) que consiste en la aparición inmediata, tras el contacto del alimento con la mucosa oral, de picor en la boca y en la garganta, con o sin hinchazón de los labios y/o lengua. Desaparece rápidamente y sin necesidad de medicación, no afectando a otros órganos. Ocurre con más frecuencia con las frutas frescas y verduras.
Reacciones Digestivas. Son las segundas en frecuencia. Suelen acompañar a otros síntomas, aunque también pueden aparecer de forma aislada como reacción alérgica alimentaria, en forma de náuseas, vómitos, dolor abdominal y diarrea.
La enterocolitis inducida por alimentos es un problema típico de bebés entre una y doce semanas. Tienen vómitos y diarrea, generalmente tras la ingesta de leche de vaca. Si analizamos las heces, podemos encontrar sangre oculta, neutrófilos y eosinófilos. Las pruebas cutáneas con los extractos de las proteínas de la leche son negativas, al igual que la IgE específica en sangre. Lo más probable es que estos pacientes puedan volver a tolerar la leche de vaca pasado un tiempo, alrededor de los 12 a los 24 meses de edad.
Reacciones Respiratorias. Se incluyen los estornudos, rinorrea, crisis de broncoespasmo (ahogo, tos y pitos en el pecho) y edema de úvula o laríngeo. Suelen aparecer formando parte de una reacción anafiláctica generalizada. Es raro que se presenten de forma aislada como manifestación de una alergia alimentaria.
También se han descrito casos de reacciones respiratorias tras la inhalación de partículas o vapores durante la cocción o manipulación de alimentos a los que el paciente es alérgico. Esto es más frecuente en los pacientes que se encuentran muy sensibilizados y que además tienen asma bronquial de base.
Anafilaxia. Se define como una reacción inmediata y generalizada (afectación de dos o más órganos o sistemas) mediada por la IgE. Entre las manifestaciones sistémicas podemos encontrar los síntomas cutáneos, digestivos, respiratorios y cardiovasculares (mareo, hipotensión, parada cardiaca).
La anafilaxia constituye una de las más graves urgencias médicas y todo médico debería estar preparado en el reconocimiento y tratamiento de la misma, ya que su pronóstico es bueno si se instaura el tratamiento específico y adecuado de manera precoz. Los alimentos constituyen aproximadamente la tercera parte de los casos de anafilaxia.
Los síntomas aparecen de manera inmediata tras la ingesta del alimento. Además de urticaria generalizada, angioedema labial, palpebral o de úvula, vómitos, diarrea y sibilancias, podemos encontrarnos con descensos importantes de la tensión arterial. En este último caso, hablaremos de shock anafiláctico.
Dentro de las anafilaxias por alimentos se incluyen las anafilaxias inducidas por el ejercicio físico. Es un síndrome caracterizado por presentarse sólo cuando se realiza ejercicio 2 a 6 horas después de la ingestión del alimento al que está sensibilizado el paciente. El alimento y el ejercicio por separado son bien tolerados.
El diagnóstico de la alergia alimentaria debe hacerse por un especialista en Alergología y requiere la realización de la historia clínica, pruebas cutáneas y/o IgE específica frente al alimento en sangre y según los resultados obtenidos el especialista valorará el test de provocación con el alimento implicado.
A partir de cualquier edad, incluyendo a los bebés. Es muy importante llegar a un diagnóstico certero antes de comenzar con una dieta de evitación de un alimento.
Una vez diagnosticada la alergia alimentaria, el único tratamiento que existe es la evitación estricta del alimento en la dieta habitual. Hay que evitar también todos los productos que los puedan contener. Para ello los padres de los niños afectados o los pacientes adultos diagnosticados tienen que extremar la atención cuando consuman productos ya elaborados y deben leer atentamente los ingredientes de todos aquellos preparados alimenticios cuya composición se desconozca. Asimismo, cuando coman fuera de casa deben asegurarse de que los alimentos a los que están sensibilizados no están incluidos en los platos preparados en restaurantes.
Los pacientes que hayan presentado reacciones alérgicas graves deben llevar siempre consigo medicación para tratar una posible reacción en caso de ingesta accidental y deben ser adiestrados en la consulta para la utilización de la epinefrina (adrenalina) inyectable.
La alergia alimentaria en los niños suele evolucionar hacia la tolerancia en unos años cuando se realiza una correcta dieta de evitación. Esto es más frecuente en el caso de la alergia a las proteínas de la leche y la alergia al huevo. Sin embargo, la alergia al cacahuete, otros frutos secos, al marisco o pescados blancos o azules suele persistir a lo largo de la vida, aunque siempre se debe individualizar cada paciente.