LA ALERGIA A LA PROTEINA DE LA LECHE DE VACA
Constituye, sin lugar a dudas, el tipo de alergia más frecuente en la primera infancia junto con la alergia al huevo y a los pescados. Si hablamos de alergia a la leche de vaca, nos estamos refiriendo a reacciones inmediatas de hipersensibilidad, mediadas por la IgE, desencadenadas tras la toma de leche.
La leche materna es el alimento ideal para los recién nacidos y suele mantenerse hasta los seis meses de edad. Si por motivos laborales o de falta de producción de leche por la madre no es posible su administración, tenemos que utilizar leche artificial (de vaca); son las llamadas fórmulas adaptadas. Estas fórmulas tienen un mayor contenido proteico con respecto a la leche materna y son estas proteínas extrañas para el niño las causantes del desarrollo de la alergia cuando entran en contacto con el sistema inmunológico del lactante aún inmaduro. Mayor riesgo tienen los lactantes con antecedentes familiares (sobre todo de los padres) de enfermedades alérgicas.
Cuando el niño desarrolla IgE específica frente a las proteínas de la leche de la vaca, al tomar leche se desencadena la reacción alérgica. Esto ocurrirá con más frecuencia en los primeros meses de vida.
El tipo de reacción depende del grado de sensibilización del niño: Desde ronchas o habones alrededor de la boca, hinchazón de los labios y/o párpados, enrojecimiento de la piel con ronchas generalizadas hasta reacciones anafilácticas.
Los síntomas más frecuentes son los de la piel. En algunos casos, los niños alérgicos a las proteínas de la leche también pueden tener síntomas, sobre todo ronchas, tras el contacto a través de un beso con una persona que haya tomado leche y que retenga restos de la misma en la boca. Los vómitos, la diarrea y los síntomas respiratorios son menos frecuentes, pero también han de ser tenidos en cuenta.
El diagnóstico se realiza mediante la historia clínica y la realización de las pruebas cutáneas con los extractos de las proteínas de la leche que son: betalactoglobulina (BLG), alfalactoalbúmina (ALA), albúmina sérica bovina (BSA) y caseína.
También podemos solicitar el estudio de la IgE específica en sangre, sobre todo para conocer la evolución hacia la tolerancia, en función de cómo vayan disminuyendo los anticuerpos.
Como ya dijimos en el capítulo de la alergia a alimentos, las pruebas cutáneas pueden realizarse incluso en los bebés.
Una vez que hemos llegado al diagnóstico de alergia a las proteínas de la leche de vaca, lo primero es la dieta exenta de leche y de los productos que la puedan contener, como la mantequilla, natas, quesos, cubitos de caldo…Hay que ser muy cuidadosos con los utensilios o recipientes que hayan estado en contacto con leche en estos niños porque si están muy sensibilizados pueden tener reacción tras contacto con una mínima cantidad.
En el caso de seguir con lactancia materna, la madre no tomará leche de vaca ni productos lácteos para que no pase a la leche que tome el niño. En el caso de que el niño sólo tomara una fórmula adaptada, debemos sustituir ésta por una fórmula hidrolizada en la que las proteínas se han modificado y son menos alergénicas. También podemos emplear leche de soja, aunque ésta se recomienda a partir de los 12 meses de edad. Existen muchos tipos de leches hidrolizadas, la elección dependerá de cada caso particular y se hará según el criterio del Pediatra o Alergólogo que se ocupe del niño.
La evolución de la alergia a las proteínas de la leche suele ser a la tolerancia:
Casi la mitad de los niños la tolerarán al año de vida.
2/3 lo harán con dos años.
El 85% lo conseguirán a los cuatro años.
Cuanto más tiempo transcurra, más difícil será llegar a la tolerancia. Son factores que indican mal pronóstico la persistencia de alergia a los 4 años, si el niño es alérgico a otros alimentos y niveles muy elevados de una de las proteínas de la leche de vaca que es la caseína, ya que ésta se ha relacionado con la tolerancia.
NORMAS DIETÉTICAS PARA ALÉRGICOS A PROTEÍNAS DE LECHE DE VACA
(Consultar siempre con su ALERGÓLOGO)
- Hay que realizar una dieta de evitación de leche de vaca y de todos sus derivados como queso, yogur, natillas, flanes y otros postres que puedan contener leche.
- No se pueden tomar otros tipos de leche como la de oveja y cabra. En general se recomienda evitar la leche de cualquier rumiante mamífero (camello, búfalo)
- Evitar productos que puedan contener proteínas lácteas como embutidos, horchatas, margarinas, algunas sopas elaboradas, cubitos de caldo, conservas de legumbres, pan de molde, galletas, bollería, etc. El mejor consejo es leer atentamente el etiquetado de todos los productos elaborados que se compren.
- En las etiquetas de los alimentos las proteínas de leche de vaca pueden tener otros nombres como caseinato de sodio, caseinato de calcio, caseinato potásico, caseinato magnésico, hidrolizado proteico, caseína, suero láctico, H4511 (caseinato cálcico), H4512 (caseinato sódico), lactalbúmina, lactoglobulina, etc….
- También hay que tener en cuenta que productos que contengan lactosa en pacientes muy sensibilizados con reacciones graves deben ser evitados ya que la lactosa puede estar contaminada por proteínas de leche de vaca.